Mons. Oliveri, obispo de Albenga-Imperia, dirige esta carta a los participantes en el III Convegno Summorum Pontificum, que se celebrará en Roma los días 13,14 y 15 de Mayo (programa)
En todo cuanto toca la verdadera esencia de la Iglesia, es fundamental mostrar siempre, especialmente en tiempos en que impera la idea de que todo está en constante cambio, que no son posibles los cambios radicales que afectan a la sustancia de los elementos constitutivos de la Iglesia, es decir, su fe, su realidad sobrenatural y por lo tanto sus sacramentos y su liturgia, su sagrado ministerio de gobierno (es decir, su capacidad de pasar todos los dones sobrenaturales que Cristo dio a su Iglesia a través de sus Apóstoles y se perpetúa a través de la Sucesión Apostólica).
El Motu Proprio "Summorum Pontificum", al declarar que se puede celebrar la liturgia en su forma antigua, es decir, en la forma en la que se ha celebrado durante siglos hasta la "reforma" implementada tras el Concilio Vaticano II, ha ratificado de manera solemne:
a) La inmutabilidad del contenido de la Divina Liturgia, es decir, que los cambios en cualquier forma o elemento exterior puedan introducirse nunca podrán ser tales que cambien la Fe de la Iglesia que expresa la liturgia, o cambiar su contenido divino-sacramental, su contenido de la gracia sobrenatural. Por poner un ejemplo: las variaciones externas en el Rito de la Santa Misa, o de la Divina Eucaristía, no pueden introducir o alentar otro concepto de fe sobre el contenido de los mismos, ni se puede legítimamente inducir a pensar que en su celebración, resulta superfluo o innecesario el rol celebrativo que compete exclusivamente a quien ha recibido, sacramentalmente, la capacidad sobrenatural de actuar “in persona Christi”, y, sobre todo, no se puede ocultar el carácter sacrificial de la Misa;
b) Que la "reforma" post-conciliar no puede ser legítimamente interpretada como una mutación “in substantialibus ”: ya que aquí o allá se celebra en la forma que el Motu Proprio llamado "ordinario", con el fin de inducir a error acerca del verdadero contenido de la Divina Liturgia, con el fin de ocultar aun mínimamente la verdadera fe en el verdadero contenido de la Santa Misa o de otros sacramentos, es necesario que tengan lugar las correcciones oportunas, es pues muy urgente buscar una “reforma de la reforma", estudiando minuciosamente los elementos de la "reforma" post-conciliar que no puedan interpretarse en continuidad con la antigua liturgia, los cuales puedan facilitar -si no inducir- a celebraciones incorrectas; es inmediatamente necesaria una catequesis litúrgica para disipar cualquier sombra, es necesario que no se tolere ningún abuso en la celebración y que estos sean claramente corregidos.
c) Resulta del todo imperativo respetar clarísimamente el vínculo inseparable entre la Fe y la Liturgia. La ocultación de la fe genera la devastación litúrgica, la devastación de la "lex orandi", y esta devastación corrompe la fe, o al menos la oculta, volviéndola insegura.
Estas consideraciones podrían ser mostradas mediante un estudio comparativo entre la antigua y la nueva forma del Sacramento del Orden, pero estoy seguro que serán bien expuestos y desarrollados con sabiduría y competencia por los eminentísimos y excelentísimos ponentes de la conferencia. Me uno a ellos de todo corazón y les envío mi profunda comunión espiritual.
Invoco el auxilio del Espíritu Santo en el desarrollo de la conferencia y espero que esta sea el portadora de mucho bien a la Iglesia, nosotros, los obispos, y todos sus ministros debemos actuar teniendo en cuenta que la cumbre y la fuente de toda la vida y misión de la Iglesia es la Divina Liturgia, la celebración de los Divinos Misterios.
Albenga, 08 de febrero 2011
pedazo mitra... no se dará contra las puertas?
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