La conmemoración del domingo de Ramos trae a nuestra memoria la entrada de Jesús en Jerusalén. Ya el profeta Zacarías había anunciado que “nuestro rey viene a nosotros humilde, montado sobre un pollino” (cfr. Za 9, 9). Es un rey de paz que quiere traerla a nuestros corazones y a nuestro mundo. A su entrada, los niños le aclaman y los sencillos extienden sus mantos con la expresión davídica: “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. Esto es así, porque el reino de este Rey de paz sólo es accesible a los que se hacen como niños y a quienes tienen el corazón sencillo. En el pórtico de la Semana Santa, con el Salmista, debemos pedir al Señor esta gracia: “Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme” (Sal 50, 12), para que también nosotros podamos recibirte con la mirada de los niños y el corazón de los sencillos.
de la carta mensual del mes de Abril de 2011 de nuestro obispo,
Don Mario Iceta
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